El viento refuerza la sensación de frío. Una temperatura de -10,0ºC sin viento, puede soportarse; la misma temperatura con un viento de 90 kms/h es insoportable. Con motivo de una expedición a la Antártida en 1939, se introdujo una tabla que da la temperatura que siente la piel de la cara en función de la temperatura del aire y el viento. En América del Norte, pruebas efectuadas en un túnel de viento dotado de un equipo de refrigeración, en el año 2001, han permitido la introducción de un nuevo índice de enfriamiento por el viento: el Wind Chill, que ya está siendo utilizado por algunos servicios meteorológicos. Así, en los boletines de previsión del tiempo ya puede oírse en ocasiones éste nuevo índice, basado en la tabla siguiente:
En Canadá el 82% de la población utiliza éste índice para saber cómo vestirse para salir al exterior. Se dan alertas en el caso de que dicho índice descienda por debajo de los -45ºC. En el ártico, más al norte, éste umbral adquiere un valor de -55ºC; pero a pesar de ello cada año mueren varias decenas de canadienses por exposición al frío y otros muchos se ven afectados por congelaciones o hipotermias.
El enfriamiento afecta en primer lugar a las extremidades: las manos y los piés; mientras que el resto del cuerpo conserva su calor para las funciones vitales centrales. Las arterias y venas se contraen y la circulación sanguínea se ralentiza o se para. Si el enfriamiento es intenso y prolongado puede producirse la congelación. Durante la Primera Guerra Mundial, unos 100000 franceses sufrieron el llamado "pié de trinchera": Sus piés estaban inutilizados e insensibilizados por una parálisis parcial. En la Segunda Guerra Mundial hubo 110000 afectados por congelaciones entre los alemanes y 60000 entre los americanos. En la guerra de Corea se contablizaron unos 15000 inválidos americanos debido a las congelaciones. Si la circulación sanguínea se bloquea durante mucho tiempo aparece la necrosis y es necesario realizar amputaciones.
En el caso de un enfriamiento tal que hace descender la temperatura interna se habla de hipotermia. La persona afectada está en un estado de abatimiento completo: Amnesia por debajo de los 36ºC; semiinconsciencia, por debajo de los 32ºC; inconsciencia a partir de los 30ºC; la muerte es segura a unos 20ºC. La hipotermia puede llegar si se está mal equipado; así les ocurrió a una decena de excursionistas en la isla de Córcega, atrapados por el mal tiempo a finales de mayo, en 1980. Casi todos murieron de hipotermia a las pocas horas. Sin embargo, no hacía mucho frío (entre 0º y 5ºC), estaban bien equipados (anoraks), eran jóvenes y practicantes de deporte y seguían un camino balizado. Les bastaba una hora de camino en descenso para alcanzar las suaves temperaturas del valle. Pero el temporal, la lluvia intensa y la niebla les enfriaron con rapidez y les impidió tomar las decisiones necesarias para sobrevivir. Tan sólo dos personas sobrevivieron. Aunque Córcega es una isla mediterránea, el clima es muy traidor, ya que al inicio de Junio de 2002, otro excursionista murió de hipotermia a tan solo 1500 metros de altitud, en la llanura de Coscione.
Algunas personas están mejor preparadas que otras para resistir el frío. La producción de calor interno es proporcional al peso, mientras que la pérdida de calor es propocional a la superficie. El cuerpo ideal para resistir al frío debe ser, por lo tanto, lo más pesado posible, de poca altura y además, grueso.Una capa de grasa repartida uniformemente es un buen aislante, como un equipo natural de submarinista.
Los investigadores se han interesado en la adaptabilidad de los pueblos sometidos al frio: Esquimales, lapones, alacalufs de la Tierra del Fuego, pescadores de perlas coreanas, aborígenes de Australia y bosquimanos del Kalahari, expuestos a las noches frías del desierto. Se han dado cuenta de que todos estos hombres han desarrollado tres estrategias a veces complementarias: Aumento de la producción de calor interno por la quema de grasas, disminución de la temperatura de la piel por cese de la circulación sanguínea superficial y descenso de la temperatura interna a 35ºC.
La exposición repetida al frio desarrolla la tolerancia; de ésta forma, los pescadores de las regiones frías pueden aclimatarse parcialmente gracias a una mejor vasodilatación de las extremidades. El explorador Jean Louis Etienne también se había adaptado en su expedición al polo Norte: A su vuelta su temperatura corporal habia descendido a los 35ºC.
Bibliografía: Guía técnica de Meteorología
Jean-Louis Valllée
Editorial Omega
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